Por Iván Yaber G.
Un personaje inolvidable de Luruaco para mi siempre ha sido el Compae Elias a quienes apodaban Caimán Mocho, no conozco las razones de su apodo, en mis recuerdos de niñez que aparece vagamente, creo que cuando nací ya lo conocía.
Mi abuela Raquel Manotas ( La Niña Manotas) y mi abuelo Juan Alejandro Goenaga le pidieron una vez a Caimán Mocho que les consiguiera una carga de palos, no tengo claro si eran para arreglar la cerca o eran para ser usados como leña en ese momento.
Caimán Mocho cumplió con el trabajo encomendado y para ese tiempo creo que el valor de la carga de palos fue de $ 5 pesos. Cuando mi abuela le pagó a Caimán Mocho con un billete de $ 5 pesos, este se enfureció y empezó a maldecir porque el había acordado con mi abuelo que el valor de la carga eran $ 5 y mi abuela le estaba entregado sólo un billete, según él faltaban 4 billetes. Caimán Mocho gritaba, maldecía y gritaba palabras groseras.
La gente se amontonó en la puerta de la casa. Mi abuela explicaba a los presentes que ella ya le había pagado y no entendía la rabia pues no faltaba por entregarle más dinero si lo acordado fue $ 5 pesos y ya se los había dado. Caimán Mocho furioso se sacó del bolsillo el billete de $ 5 pesos y lo tiró al piso y con machete en mano lo raspaba en el suelo y gritaba que le faltaban 4 billetes más.
Mi abuelo que en ese momento llegaba a la casa recogió el billete de $ 5 pesos y se acercó donde Caimán Mocho quien miraba molesto y exigía sus otros billetes. Mi abuelo le dijo delante de todos: te daré tus billetes y le depositó 5 billetes de $ 1 peso, mientras decía en voz alta y en presencia de los presentes: Uno, dos, tres, cuatro y cinco, te entrego cinco billetes. Caimán Mocho sonreía cada vez que mi abuelo le ponía un billete distinto en su mano, al final soltó una sonrisa de oreja a oreja y se acercó a mi abuelo diciendo: Eran 5 billetes y no uno !! Mi abuelo solo asintió con su cabeza y le agradeció por llevarle la carga de palos.
En otra oportunidad, muchos años después cuando aún existía en Luruaco el Punto Cubano, un sitio que expendía licores y con excelente música, administrado por “Anku”, (ex-boxeador), en una reunión con amigos y mis cuñados Fausto, Alvaro y Jairo Manotas, vimos a Caimán Mocho parado cerca de la puerta y lo invitamos a tomarse un trago de aguardiente antioqueño.
Caimán Mocho recibía su trago de aguardiente en cada ronda y después de algunos tragos fue soltando la lengua y se integró a la conversación y queriendo congraciarse con los hermanos Manotas decía: La leche que vende el turco Jacobo es pura agua, leche pura es la que vende Fausto Manotas, esa si es leche pura, leche de verdad!! Cada 5 minutos repetía lo mismo, y cada vez en voz más alta.
Al calor de los tragos se fue perdiendo el temor a llamarlo Caimán Mocho, los presentes al repartir el trago le decían: Caimán Mocho tómate el trago, Caimán de aguja tómatelo, Caimán Negro sirve el trago, Caimán Flaco vuelve a servir, Caimán Marica tómatelo. Y así por mucho rato: Caimán, Caimán con todos los adjetivos posibles.
Hasta que llegó un momento que Caimán Mocho no soportó más su orgullo herido y se levantó de la mesa con machete en mano que al ser raspado contra el piso despidió chispas y dijo con un grito desafiante que llegó hasta la loma del bongo donde vivía “Picha de gallo” y hasta la puntica donde vivía Mano Nardo: “No acepto que nadie me vuelva a llamar Caimán Mocho, Caimán de aguja, Caimán negro, Caimán flaco, Caimán Marica, mi nombre es Elias, Elias Caimán Mocho y además les digo que la leche que vende Fausto Manotas es también pura agua, hasta sarapicos tiene”
Y se marchó ante el silencio de todos y hasta la canción que sonaba en ese instante parecía estar de acuerdo con el compadre Elias como algunos lo llamamos:
“Yo soy el punto cubano
Que en La Manigua vivía
Cuando el mambí se batía
Con el machete en la mano
Con el machete en la mano”